El viento de la tarde mueve las hojas y la dirección de las mariposas dibujan tu camino hasta mis formas.
tus manos juegan a saludarme, mis ojos juegan a evitarte, pero pierdo al aparecer tu sonrisa menguante frente a mi cara, mis labios se abren y dejo escapar un suspiro, tú una carcajada.
Junto al prado no hay más que una mesa, me siento en ella y te quedas ahí, inmóvil, contemplando las patas, mis piernas, la madera y mi piel.
Mantengo la distancia, por miedo al trabajo, nuestro peso y nuestras ganas pueden contra la mesa, no hay nada mejor que contemplar el cielo de espaldas, o ver el pasto boca a abajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario